Mientras otros aumentaban la incorporación de la tecnología durante el COVID-19, la profesora Cline-Brown la disminuyó

MAYRA VILLANUEVA, Spanish Editor

(Traducción de Heden Perez, estudiante del curso SPAN 4045 Translation, dirigido por el Prof. Juan Carlos Castillo)

La Doctora Kimberly Cline-Brown ha pasado el último año y medio reinventando sus métodos de enseñanza para servir mejor a sus estudiantes durante la pandemia. Desde pasar el verano escribiendo un manual de laboratorio desde cero, hasta averiguar cómo hacer experimentos biológicos con materiales domésticos cotidianos, Cline-Brown ha visto reconocida su dedicación, pasión, y creatividad con el Premio a la Excelencia de Educadores Beverly Funk Barnes. Además de muchos otros premios, incluyendo el Premio de Excelencia Docente en el Liberal Arts Core y el premio Manzana Roja de los estudiantes, Cline-Brown ha demostrado ser una instructora dedicada a las necesidades de sus estudiantes.

Criada en Canadá durante buena parte de su vida, no fue hasta la preparatoria que Cline-Brown regresó a los EE.UU., después de que su padre fuera transferido a Nueva York por su trabajo. Riéndose, ella recordó cómo la mudanza a Nueva York fue en medio de la temporada de prom y el SAT, y sin saber qué era nada de eso.

Después de graduarse de la preparatoria, ella asistió a la Universidad Estatal de Nueva York en Plattsburgh donde obtuvo su título en psicología.

Cline-Brown tenía la intención de practicar la psicóloga clínica, pero se interesó en trabajar en el campo académico mientras estaba en una entrega de premios en la universidad. Le encantó el ambiente en la sala, donde gentes de todas partes se juntaban para compartir ideas y resolver problemas. Fue entonces cuando empezó a considerar una trayectoria profesional diferente.

En el paso de obtener su título de psicología, Cline-Brown tomó cursos de biología. Quería entender mejor el cuerpo humano para no solo ofrecer terapias, sino también desarrollarlas. Después de acabar su grado, asistió a la Universidad de Nuevo México, donde obtuvo su doctorado en biología y trabajó para tratar a personas con depresión. Durante su posgrado, Cline-Brown conoció a su esposo y, después de casarse, se mudaron a Baltimore, donde ella hizo investigaciones para empresas farmacéuticas.

Cuando Cline-Brown y su esposo se mudaron a Iowa, ella descubrió una posición disponible en UNI en el Departamento de Biología. La universidad estaba buscando a alguien que pudiera enseñar a los estudiantes que no buscan obtener un título en biología, y a Cline-Brown le apasionaba este tipo de trabajo, porque ella mantenía que cualquier persona puede entender la biología si se explica de la manera correcta. Uno de sus objetivos a largo plazo era poder presentar información a los estudiantes en una manera que les fuera pertinente y que les ayudara a recordarla. Por eso era muy importante para Cline-Brown aumentar la confianza de sus estudiantes en sus propios conocimientos, para que pudieran aplicar la información que habían aprendido en la universidad y utilizarla para resolver problemas en sus vidas y carreras.  

Como les ha ocurrido a muchos, los últimos dos años han presentado desafíos para Cline-Brown mientras intentaba enseñar sus cursos de laboratorio en línea. Ella recordó lo desgarrador que fue ver a sus estudiantes regresar a sus casas y cómo veía que el brillo de sus ojos desaparecía, a medida que se hacía más difícil involucrarlos en discusiones.

“Probablemente la cosa más difícil de enseñar en línea, o hasta usando una mascarilla, es que los estudiantes no pueden ver las señales de las expresiones visuales que les indican que realmente te preocupas por ellos.”

En vez de asignar clases en video a sus estudiantes, ella buscó maneras innovadoras para conducir actividades de laboratorio con materiales domésticos cotidianos. Creía que los laboratorios deben hacerse en la vida real, y no detrás de una pantalla de computadora.

“Puedes ver el COVID como un desastre, o puedes decidir convertirlo en una oportunidad para aprender y crecer,” dijo.

Cline-Brown quiso que sus clases de laboratorio fueran prácticas, incluso en medio de la pandemia y, con ayuda de colegas de su departamento, encontró maneras para crear laboratorios en casa. Por ejemplo, aprendió cómo convertir una jeringa médica en una aspiradora capaz de succionar el dióxido de carbono y el oxígeno de las plantas, lo que permitió que sus estudiantes continuaran aprendiendo sobre la fotosíntesis sin lujosos equipos de laboratorio.

“Estoy tan agradecida de trabajar con un equipo tan asombroso y generoso como la gente de mi departamento, de UNI, y de las agencias comunitarias.”

También colaboró con la Doctora Laura Jackson, con el centro Tallgrass Prairie y con el Departamento de Tecnología Industrial de UNI, para mandar a sus estudiantes a las reservas de las praderas locales, para llevar a cabo un laboratorio de depredación de semillas. Algunos de sus estudiantes también participaron en el laboratorio desde sus patios traseros. Cline-Brown recuerda afectuosamente las historias que sus estudiantes contaban mientras eran capaces de salir  a la naturaleza y experimentar la ciencia de una manera nueva, fuera del laboratorio.

“Hacer ciencia es más que solo hechos y datos; también trata de esos momentos inesperados, esas historias, y esas experiencias que surgen durante el proceso.”

A lo largo de la pandemia, Cline-Brown ha tenido la determinación de dedicarse en cuerpo y alma a los intereses de sus estudiantes, una cualidad que la hace una excelente miembro de la facultad y un activo valioso a la comunidad de Northern Iowa.