Ser mujer

MAYRA VILLANUEVA, Spanish Editor

Nota editorial: Esta es una colaboración especial con la clase de español avanzado de la escuela secundaria de Marshalltown. Se le quiere  agradecer a la escritora, Deanna Hernández Carranza, por su contribución al periódico estudiantil y dedicación al escribir su relato. La obra presente es la última de la colaboración como parte del Mes de la Herencia Hispana con el fin de contar las historias y experiencias de estudiantes latinx en Iowa. 

Ser mujer en un hogar hispano me hizo enfrentar obstáculos en mi vida diaria. Sufrí el abuso mental de mis padres. Sobreviví los días inquietos llenos de gritos y súplicas de mi madre que solo quería lo mejor para sus hijos. Sobreviví a la ideología de dos padres inmigrantes que crecieron en un mundo machista y yo en una sociedad que no fue construida para una latina.  Sé que sobreviví a esas heridas brutales porque ahora estoy aquí para usar mi voz. Ser mujer en la comunidad latina es estereotipada como débil. Ella es débil porque pasa innumerables noches siendo golpeada por un hombre. Ella es débil porque nadie escucha sus súplicas. Porque cuando una mujer latina usa su voz, la tachan como loca. Cuando una mujer latina usa su voz le dicen “callada te miras más bonita”.

Siendo la más chiquita en mi familia ha sido difícil. Siendo la que tenía que ver a mis padres pelear y no poder hacer nada. Recuerdo que cuando era chiquita tenía una idea perfecta de mis padres. Mis padres sufrieron al viajar a un país sin conocer a nadie y sin nada.Y es cierto, los respeto mucho por eso y les doy muchas gracias por ese sacrificio. Sin embargo, no los respeto por el daño mental que me han hecho experimentar en mi vida. Crecer con padres que no cambian su manera de pensar, con un padre alcohólico, y con una madre que estaba manteniendo a sus hijos sola, no es fácil. Esto me daba tanto miedo. Tenía miedo de que todos los blancos en la escuela me excluyeran por ser mexicana con padres inmigrantes.Tenía miedo de que la gente blanca llamará a los servicios infantiles a mis padres. Tenía miedo de que los blancos se llevaran a mi padre alcohólico. Tenía miedo de que los blancos me juzgaran. Siempre traté de mantener una sonrisa en mi rostro para mis maestros, amigos y mi mamá. No quería que supieran que era débil. No quería que supieran nada.

Esta latina es un bosque que está ardiendo con llamas, llamas que no se pueden apagar. Pero lo que más temen es un volcán. Un volcán lleno de voces de mujeres. Un grupo de mujeres que se organizan juntas para hacer cambio, empoderarse, salir del cascarón y romper barreras. A este grupo le llamó “Mujeres”.